Seguro que sabes qué es una esponja de baño, pero… ¿conoces sus propiedades exfoliantes, cómo debes utilizarla y cómo puedes elegir una?
Si has respondido que no a alguna de estas preguntas estás de enhorabuena, ya que eso es lo que vamos a ver en este artículo.
Por eso, durante las siguientes líneas haremos un repaso breve pero exhaustivo de todos los detalles que debes de saber para poder elegir una esponja que sea adecuada a las necesidades de tu piel, de manera que la dejes saneada, uniforme y luminosa.
Las claves de la exfoliación: guía para no perderse
Antes de lanzarnos a explicar cómo funcionan las esponjas, es importante que aclaremos qué es la exfoliación y por qué se trata de un tratamiento que puede sernos de mucha ayuda, sean cuales sean las características de nuestra dermis.
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Es decir, que en este apartado resolveremos las principales preguntas que se suelen tener al respecto, para que no te quede ninguna duda en relación a los beneficios que tienen estos interesantes cuidados corporales.
¿En qué consiste, cómo actúa y cuáles son sus beneficios?
La exfoliación es un proceso que consiste en retirar las pieles muertas, el exceso de grasa y cualquier otro tipo de partícula de la superficie de nuestra epidermis (que es la capa externa de la piel), dejándola bien limpia.
Esto es beneficioso porque, una vez han cumplido su ciclo vital, las células cutáneas se quedan acumuladas, lo que hace que nuestra dermis se vea áspera, grisácea y sin brillo.
Al acabar con ellas, reducimos notablemente el problema y recuperamos la luminosidad.
Además, estos elementos pueden acabar taponando los poros, sobretodo si tenemos tendencia a acumular sebo, lo que a su vez fomenta la aparición de los molestos granitos o puntos negros.
Al eliminar estas sustancias, liberamos la piel de las imperfecciones y permitimos que se oxigene.
Pero es que además este proceso fomenta que se generen nuevas células, que ascenderán hasta dotar a tu cutis de un aspecto más sano y luminoso.
Uno de los resultados de esta proliferación celular es que la nueva capa formada será más lisa, sedosa y uniforme, de modo que estará libre de imperfecciones.
Así, es una manera eficaz de combatir la presencia del acné, la celulitis, las estrías y cualquier tipo de línea de expresión.
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Por si fuera poco, ayuda a que el proceso de depilación sea más cómodo, pues evita que el vello se quede enquistado.
También hace que otros productos cosméticos -como las cremas hidratantes- penetren mejor en la piel, de manera que podrán actuar con mayor eficacia.
Para conseguir todos estos beneficios, existen diferentes métodos y tratamientos, ya sea a través de cosméticos especializados, de mascarillas o exfoliantes caseros o de objetos que nos ayuden a realizar el tratamiento, como son las esponjas exfoliantes.
Como consecuencia de su uso prolongado (aunque siempre controlado, para evitar hacernos daño), lograremos tener una piel más sana, joven, tersa, nutrida y hermosa.
¿Es un tratamiento adecuado para todo el mundo o existen contraindicaciones?
El problema principal de la exfoliación es que se trata de un proceso muy abrasivo, por lo que abusar de ella podría tener como resultado que se nos irrite o descame la piel.
Entonces, ¿cómo es posible aprovechar sus beneficios sin caer en las garras de sus contraindicaciones?
Muy sencillo: sabiendo cuál es la frecuencia adecuada en tu caso.
Esto dependerá de la opción que elijas y de las características de tu dermis, aunque por norma general con realizar el tratamiento una vez a la semana será más que suficiente.
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Ten en cuenta que es muy útil en todos los casos, ya que como elimina el exceso de sebo y la suciedad acumulada, es ideal para quienes padezcan de acné o de piel de grasa, pues ofrece una limpieza a fondo que deja los poros libres de puntos negros.
Mientras, debido a su capacidad para oxigenar la piel, renovar las células y permitir que otros cosméticos penetren mejor, es una manera estupenda de sanear aquellas dermis sensibles o secas, de modo que queden suaves y bien nutridas.
El problema viene de que, si te excedes, estarás dañando la barrera de protección natural, lo que dejará tu dermis muy expuesta frente a los factores externos.
Por tanto, la clave reside en saber cómo realizar la exfoliación. Y ahí las esponjas pueden resultarnos muy útiles.
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Por qué deberías utilizar una esponja exfoliante
Tras haber comprobado cómo funciona la exfoliación y cuáles son los efectos de este método de saneamiento, ahora vamos a explicar el motivo por el que es recomendable que utilices una esponja.
Si has empleado alguna vez una durante el baño o la ducha, seguro que encontrarás muchas similitudes entre ese modelo y el que ahora nos ocupa, aunque también cuentan con ciertas diferencias, que son las que marcan su nivel de eficacia.
Para que aprendas a diferenciarlas y descubras el método de empleo más adecuado, solo tienes que seguir leyendo.
Así, conseguirás ser una experta a la hora de dejar tu dermis libre de imperfecciones o suciedad.
¿Qué es este producto y cuáles son sus principales beneficios?
Como acabamos de comentar brevemente, las esponjas son pequeños objetos con forma redonda u ovalada, de tamaño medio, peso ligero y textura parcialmente áspera, que será lo que nos permita realizar la exfoliación con eficacia.
A simple vista, son muy similares a las de baño normales (que se usan simplemente para frotar y extender el jabón por todo el cuerpo sin necesidad de usar las manos), solo que tienden a ser más compactas y poco flexibles.
De todas formas, la diferencia fundamental se aprecia al tacto, ya que las pensadas para la exfoliación son menos suaves e incluso algo toscas debido a que su uso es diferente.
Suelen estar creadas a partir de fibras naturales o sintéticas, lo que les da un aspecto rígido.
Gracias a ello consiguen eliminar las células muertas, el exceso de grasa y otras partículas, otorgándole así un aspecto más sano y luminoso a nuestra dermis.
Por tanto, su función es muy similar a la del cepillo o guante exfoliante, solo que difiere en cuestiones como el método de empleo.
De manera resumida, podemos decir que sus principales beneficios son los siguientes:
- Eliminan las células muertas que se han quedado acumuladas en la dermis, lo que hace que esta se vea más llena de luz y suave.
- También retira el exceso de sebo y cualquier otro tipo de partículas que haya en ella, dejando los poros libres y tu piel libre de suciedad.
- Fomenta la proliferación celular, consiguiendo que nuestro cuerpo se vea más joven, sano y bonito.
- Como resultado, es una manera eficaz de combatir la piel de naranja, ya que puede disimular el aspecto de la celulitis y las estrías, así como prevenir su aparición.
- A su vez, suaviza la presencia de otras señales del envejecimiento, como las arrugas o las manchas, que se verán mucho más suaves y disimuladas.
- Evita que el vello se enquiste y facilita mucho el proceso de depilación.
- Consigue reactivar la circulación en las áreas que trata, de manera que el flujo sanguíneo sea capaz de aportar todos los nutrientes necesarios a la piel de esas zonas.
- Además, deja la piel preparada para cualquier otro tipo de tratamiento cosmético, ya que permite que estos penetren con mayor profundidad y, por tanto, que actúen con mayor potencia.
¿Cómo debes utilizarla?
Ahora que ya sabes cuáles son las ventajas de las esponjas exfoliantes, seguro que te ha picado la curiosidad y que incluso te estás planteando comenzar a utilizar una.
Si es así, antes de lanzarte te recomiendo que leas bien este apartado.
Para obtener buenos resultados y evitar los problemas de los que hemos hablado con anterioridad, es importante que sigas una serie de pautas y que tengas cuidado.
Pero, tranquila, tampoco te obsesiones, que hacer las cosas bien es muy sencillo.
De entrada, tienes que saber que este tratamiento es adecuado para utilizarlo única y exclusivamente durante el momento del baño o la ducha una vez a la semana, o incluso dos en aquellas áreas que lo necesiten.
Aprovechando la humedad del momento, la exfoliación será más eficaz, pero también menos agresiva, de modo que así evitarás las posibles irritaciones que a veces genera.
Después, tienes que extraer una pequeña cantidad de gel de baño (preferiblemente que sea a base de ingredientes naturales) y aplicarlo directamente sobre la esponja, que no debe estar demasiado húmeda para que no pierda eficacia.
Con esto listo, posa el objeto sobre tu cuerpo y realiza un suave masaje por toda la zona que quieras exfoliar, realizando movimientos circulares y ejerciendo una ligera presión, para que así se reactive la circulación.
Lo mejor es que comiences por los hombros, los brazos, la espalda y el abdomen para luego bajar a glúteos, piernas, tobillos y, finalmente, los pies.
Así vas de las zonas que normalmente están más sucias a aquella que suele acumular más durezas y pieles muertas.
Después, enjuaga tu cuerpo con abundante agua e intenta que sea fría, pues además de ser beneficioso para el flujo sanguíneo, es una manera ideal de ayudar a que cierren los poros después del tratamiento.
Tampoco te olvides de limpiar bien la esponja nada más acabar.
Al fin y al cabo, debe estar llena de restos que acaba de retirar de todo tu cuerpo, por lo que mejor retirarlos cuanto antes para evitar que se queden pegados.
A continuación utiliza una toalla suave para secarte y ten en cuenta que no la debes arrastrar, ya que en estos momentos tu dermis está muy sensible y eso podría irritarla.
A su vez, deja que la esponja se seque bien mientras está colgada en algún sitio.
Por último, recuerda que ahora es el momento perfecto para utilizar una crema, gel o aceite hidratante que te suela funcionar bien.
Así calmarás la piel, le aportarás una gran hidratación en el momento óptimo y conseguirás que esté completamente sana.
Ten en cuenta que si en algún punto del proceso de exfoliación notas molestias o picores, debes parar inmediatamente.
Esto seguramente se deba a que tu piel estará especialmente sensible o seca, por lo que tendrás que usar la esponja más adelante, cuando se haya recuperado.
En la misma línea, es importante que no exfolies aquellas áreas que estén previamente dañadas, ya sea como consecuencia de una quemadura, una herida o eczemas causados por alergias o dermatitis.
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¿Qué tipos de esponjas existen y cómo diferenciarlas?
Por supuesto, existen diferentes tipos de estos productos cosméticos, dependiendo fundamentalmente de la textura, el tamaño y los materiales con los que ha sido fabricada, entre otros factores.
De entrada, su color o su forma no están relacionadas con su eficacia. Da igual que sea cuadrada, redonda o con forma de lágrima, que funcionará igual de bien (o mal, en función del producto).
Simplemente elige la que te sea más cómoda o mejor se adapte a tu cuerpo.
Aunque, sin duda, los elementos más importante y en los que primero te tendrás que fijar es en detalles como el material y la textura, que además están muy relacionados entre sí porque uno es consecuencia del otro.
Aquellas sintéticas son bastante suaves, por lo que solo sirven para extender el jabón o gel por el cuerpo y para limpiar de manera superficial.
Pueden ser de fibras suaves o medianas y son las de peor calidad, mientras que las de malla son algo mejores y exfolian suavemente la dermis.
Por tanto, son las que conocemos como esponjas de ducha y, en general, no son adecuadas para realizar una exfoliación.
Para eso necesitas una más porosa y áspera, al menos en el caso de las pieles normales o grasas.
En cuanto a las naturales, estas pueden estar hechas a base de celulosas de plantas, que normalmente son de procedencia marina.
Por eso, son más rugosas, lo que las hace ideales si buscas una exfoliación profunda.
Dentro de esta categoría, una de las más famosas es la esponja luffa, que es hipoalergénica, pero también la Konjac, que proviene de una planta asiática que posee grandes propiedades astringentes.
Si tienes áreas más sensibles o cierta tendencia a la dermatitis, puedes optar por un producto de doble cara, que tenga un lado más suave para estas zonas y otro más rugoso para eliminar las impurezas.
No te preocupes, que para descubrir cuál es la ideal según tus necesidades y preferencias, solo tienes que seguir leyendo y llegar hasta el siguiente apartado.
¿Cómo elegir la más adecuada en tu caso?
Ya sabes qué es la exfoliación, por qué las esponjas son muy útiles en estos casos y cuál es la mejor manera de utilizarlas, por lo que ahora solo te queda descubrir por qué modelos debes optar si quieres obtener los mejores resultados.
De entrada, es importante que tengas claro si estás buscando una esponja para una zona concreta o para utilizar en todo el cuerpo.
Una buena idea es que tengas una general para usarla semanalmente y otra para un área determinada si necesitas hacer énfasis en ella.
Esto último suele ser muy habitual en el caso de los pies, las rodillas y los codos, que presentan una dermis más rugosa y con tendencia a secarse o a que salgan callos.
Para ello, las esponjas para estas zonas emplean tejidos más duros y rígidos.
Al contrario, en áreas como el cuello o la cara es mejor utilizar una suave, con cerdas más pequeñas y preferiblemente hecha de materiales sintéticos o que, si es natural, no sea excesivamente rugosa.
Además, es siempre mejor que tengas una esponja para el cuerpo y otra que sea exclusiva para tu rostro, ya que se trata de una parte muy delicada y podría irritarse con facilidad.
En caso de alergias o dermatitis, lo mejor es que no te la juegues y apuestes por ingredientes naturales, ya que el plástico podría causarte una reacción adversa.
Asimismo, también se trata de la alternativa más ecológica y concienciada con el planeta.
El único inconveniente es que las esponjas marinas suelen ser algo más caras, pero a cambio son mucho más resistentes y contienen un gran poder antibacteriano, por lo que debes valorar los pros y los contras antes de tomar una decisión.
Además, un detalle que no podemos perder de vista es que, de todas formas, en general las esponjas suelen ser muy económicas, por lo que no tendrás que hacer un gran desembolso.
Esto es interesante, sobre todo, porque conviene que cada dos meses la cambies, pues con el tiempo pierden eficacia e incluso podrían llegar a generarte algunas molestias si no lo haces.
¿Todo el mundo puede utilizar estos productos o existen contraindicaciones?
Con las esponjas sucede como con la exfoliación en general: es apta para todo el mundo, solo que antes de lanzarse hay que tener en cuenta algunos elementos, siendo el más importante las características de su piel.
La intensidad, la frecuencia y el tipo de exfoliado dependerá de las necesidades que tengas en cada momento.
Simplemente, realiza siempre el tratamiento durante la ducha y recuerda que no debes hacer demasiada presión.
Asimismo, exfoliar más de dos veces por semana puede ser peligroso, ya que provoca sequedad e irritación.
Eso sí, no olvides dejar varios días de descanso entre una exfoliación y la siguiente, para que en ese periodo se recupere.
Tampoco te olvides de hidratar la piel una vez hayas terminado, dado que será la mejor manera de conseguir que se mantenga sana y en perfecto estado.
De todas formas, la mejor manera de descubrir qué te funciona mejor es ir probando. Siempre que comiences a usar una esponja nueva utilízala primero en una pequeña área y espera unos instantes antes de seguir.
Si no notas molestias, es que será segura para ti.
Siguiendo los consejos que hemos ido viendo a lo largo de este artículo y sabiendo escuchar a tu piel, no tendrás ningún problema.
Si aún así notas sensaciones extrañas o te queda alguna duda, lo mejor es que acudas siempre a un especialista.
En resumen…
Como conclusión, podemos afirmar que la exfoliación es un tratamiento efectivo para sanear la piel que deberías incluir cuanto antes en tu rutina de cuidados, ya que contiene múltiples beneficios, no te roba demasiado tiempo y tampoco resulta especialmente caro.
En esta línea, las esponjas exfoliantes son una manera económica, sencilla y cómoda de realizar este proceso, pues únicamente tendrás que dedicarle unos minutos a la semana mientras te estés duchando, nada más.
Antes de ponerte a ello, solo tienes que tener claras las necesidades de tu piel y los diferentes materiales de los que están hechos estos productos, pues son los factores que te ayudarán a tomar una decisión.
De todas formas, en caso de duda siempre puedes optar por una de doble cara y alternar entre ambos lados, hasta que descubras cuál te funciona mejor.
Por lo demás, si sigues los consejos que hemos ido viendo, eres constante, no te excedes y apuestas después por una buena nutrición, seguro que en cuestión de unas pocas semanas notas cómo tu dermis se vuelve más suave, lisa, tersa, radiante y bonita.
Así que, ahora que ya sabes qué es una esponja exfoliante, cómo conviene utilizarla y cómo elegir una que se adapte a ti, ya estás preparada para descubrir las maravillas que hace de primera mano.