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Cómo tener una piel limpia y sana

Es posible que también te haya pasado, pero la combinación del calor del verano con el uso prolongado de la mascarilla ha causado estragos en muchos rostros, como el mío. Si quieres solucionarlo y mimar también todo tu cuerpo, debes aprender cómo tener una piel limpia y sana.

Precisamente eso es lo que vamos a ver en los siguientes párrafos, para que durante la lectura descubras cómo unos buenos cuidados no son tan difíciles de conseguir. Lo único que necesitas es un poco de paciencia y un puñado de productos de calidad para iniciarte.

Después, con el paso del tiempo, irás estableciendo una rutina y no solo es que a partir de ese punto te resultará muy sencilla de seguir porque lo harás de forma inconsciente, es que los resultados serán tan notables que no querrás vivir sin ellos.

Te aseguro que en tan solo unas semanas conseguirás un cambio visible, porque podrás apreciar la dermis más suave al tacto, muchas áreas bien tonificadas, una mejoría si tienes acné y una reducción de las señales del envejecimiento. Es decir, vamos a conseguir lucir y estar mejor.

Los mejores métodos para cuidar la dermis

Aunque cada persona es diferente, existen una serie de métodos que todo el mundo tiene que seguir, aunque por supuesto los tendrá que adaptar a sus preferencias y necesidades. Para que entiendas el por que de cada técnica, también vamos a ir explicando cada paso.

Eso sí, ten en cuenta que no son consejos contradictorios. De hecho, conviene combinar varias soluciones, tanto en el mismo día como a lo largo de la semana, porque cada una cumple una función diferente y todas tienen sus propios beneficios.

Sin embargo, no esperes soluciones milagrosas que te arreglen el cutis en cuestión de segundos. Aunque haya productos que logren mejoras desde los primeros usos, tener el cuerpo en perfecto estado requiere su tiempo y necesitarás constancia.

También tendrás que ser consciente de las necesidades de tu dermis y apostar por cosméticos de calidad, con formulaciones cuidadas que no incluyan sustancias irritantes o nocivas, ni tampoco un exceso de conservantes o de alcohol.

Deja la piel bien limpia a diario

Lo primero que veremos puede parecer muy obvio, pero no lo es tanto. En especial, porque una buena limpieza requiere seguir unas pautas y apostar por cosméticos de calidad, como una buena agua micelar o un desmaquillante profesional.

Cuando comienza el día, debemos retirar el sudor y las células muertas que se han acumulado durante las horas de sueño, mientras que por las noches es necesario retirar las partículas que se han agolpado en el rostro durante la jornada.

Por eso, un desmaquillado a conciencia se vuelve imprescindible. La razón es que, más allá que le den un aspecto rugoso, desigual y apagado a la piel, taponan los poros, fomentan la desnutrición e impiden que la dermis respire.

Para oxigenarla, basta con un algodón, unas gotitas de producto respetuoso con nuestro pH (nunca toallitas, porque tienen alcohol y son muy irritantes) y unos minutos al día. Con movimientos suaves, que vayan de dentro hacia fuera, y sin llegar a arrastrar, notaremos una diferencia inmediata.

Con un uso prolongado en el tiempo, apreciarás que el rostro se vuelve más terso y luminoso y también cómo recupera su flexibilidad, las arrugas no salen tan rápido y, en general, se ve mucho mejor.

Del mismo modo, conviene que en la ducha emplees un jabón que te ayude a retirar las pieles muertas. En este caso, no hace falta hacerlo a diario, pero sí que frotes suavemente con tus manos mientras te estás duchando, además de realizar una exfoliación semanal, como veremos a continuación.

Realiza una exfoliación semanal

El mejor complemento para la limpieza diaria es un proceso algo más abrasivo, pero muy necesario, porque se ocupa de retirar por completo las pieles muertas y fomenta la renovación celular, haciendo que surja una nueva capa de epidermis, más sana, lisa y uniforme.

También se lleva el resto de partículas (polvo, sebo, polen, suciedad…) que se hayan quedado incrustadas, por lo que es muy beneficioso y notaremos mejoras en el mismo momento. Lo único es que debes ir con cuidado.

Al ser una técnica agresiva, no se debe realizar sobre zonas previamente dañadas, ni tampoco abusar de ella. En el cuerpo, bastará con una vez a la semana o cada dos semanas si eres muy sensible, mientras que en el rostro puedes aumentar la frecuencia hasta una vez cada tres o cuatro días si no sufres dermatitis.

Además, conviene aprovechar siempre el momento posterior a la ducha, porque es cuando será más eficaz pero menos peligrosa. Solo hay que extender el producto frotando un poquito y dejarlo actuar el tiempo indicado en cada ocasión, aunque suele rondar los 10 minutos.

Después, aclaras con agua fría para activar la circulación y aprovechas la situación para seguir con tu rutina de cuidados, ya que con la piel limpia y recién exfoliada es cuando más a fondo penetrarán el resto de cosméticos que uses, logrando así mejores resultados.

Hidrátate con una crema de confianza

Una correcta nutrición es necesaria para mantener nuestro cuerpo en perfecto estado. No por nada, somos en un 85% agua, de modo que estar hidratados nos permite estar en forma. Esto, por supuesto, se aplica también al caso de la dermis.

Por eso, hay que apostar por cosméticos humectantes que ayudan a mantener la barrera de protección natural para prevenir la deshidratación, que permitan recuperar la elasticidad perdida y que fortalezcan las fibras que conforman la piel, para que se encuentre en perfecto estado.

Como ya hemos comentado, el momento posterior a la ducha y, en especial, de la exfoliación, es el ideal para usarlos, porque es cuando sus activos podrán desatar toda su eficacia y ofrecernos mejores resultados.

La diferencia con otros tratamientos tiene que ver con su frecuencia, porque en esta ocasión es necesario que lo uses todos los días, un mínimo de dos veces en el caso de las cremas de cara (una por la mañana y otra por la tarde) y de una en el de las corporales.

Después, más allá de elegir una buena alternativa que cuente con ingredientes naturales como son la glicerina, el ácido hialurónico o el aloe vera si tienes la piel sensible, tienes que prestar atención al método de empleo.

Para empezar, lava bien tus manos y usa solo el producto sobre la dermis previamente limpia. A continuación, extiende una pequeña cantidad de manera uniforme, ejerciendo una ligera presión y realizando movimientos circulares, para fomentar la absorción y reactivar la circulación.

Al no tratarse de un tratamiento invasivo, no pasa nada si vuelves a aplicarlo cada cierto tiempo, porque no hay ningún peligro. Por eso, si ahora el frío te agrieta la dermis, no temas usar tu crema de confianza cada vez que notes molestias o la zona áspera.

Masajea con aceites esenciales

En la línea del punto anterior, existen otras maneras de mejorar el nivel de nutrición de la dermis y ayudar a que se recupere, sobre todo si se ha quemado, agrietado o enrojecido. Estoy hablando de los aceites esenciales, que tienen muchos beneficios.

Al tratarse de cosméticos naturales, son muy interesantes, porque además cada tipo tiene sus propias cualidades en función de los ingredientes que lo compongan. Por ejemplo, el de coco es sumamente hidratante, el de rosa mosqueta es muy reparador y el de lavanda te ayuda contra el acné.

Tampoco tendrás que preocuparte por darle mucho uso, porque al igual que en el punto anterior, no pasa absolutamente nada. Incluso puedes combinar diferentes aceites en distintas áreas, dependiendo de las necesidades que tengas en cada zona.

La manera de aplicarlos también es similar, solo que tendrás que fomentar más el masajeado, pues así se asimilan mejor, a la vez que te ofrece un momento muy agradable. Por todo esto, son el complemento ideal de las cremas hidratantes.

Acude a las mascarillas reparadoras

Al contrario de lo que pueda parecer, las mascarillas no son solo para el rostro. Es verdad que en la cara son mucho más fáciles de aplicar, pero en el cuerpo también pueden usarse. Y deberías hacerlo, porque se trata de un tratamiento muy interesante.

Una vez a la semana te recomiendo que apuestes por esta técnica, porque le da un chute extra de nutrición a la dermis y, si eliges bien los ingredientes, puede tener también otros beneficios, como cualidades exfoliantes. Por eso, es una forma excelente de reparar todo tu cuerpo.

Independientemente de la zona, tendrás que extender el producto creando una capa homogénea y uniforme, para que no queden zonas sin cubrir, y luego esperar unos minutitos, normalmente alrededor de 10, para que actúe como debe.

Luego solo hay que aclarar con abundante agua tibia, por lo que es algo muy sencillo. Simplemente puede resultar un poco engorroso en el caso del cuerpo, por eso te recomiendo que aproveches justo el final de la ducha cuando vayas a realizar el tratamiento.

Lo mejor es que los resultados son inmediatos, por lo que resulta muy satisfactorio y el balance es positivo, así que sin duda te digo que merece la pena invertir ese ratito en cuidarte.

Ten cuidado con el sol

Por último, quiero hacer énfasis en lo importante que es proteger la dermis. Si la cuidas, luego no tendrás que curarla. Encima, el sol causa daños irreversibles, por lo que prevenir que te alcancen sus nocivos rayos ultravioletas es fundamental.

Da igual que ya no haga tanto calor, no debes confiarte. Si vas a pasar un tiempo prolongado en el exterior y te vas a exponer directamente, es necesario que uses un buen producto, que tenga un factor de protección de al menos SPF 50, en las zonas que vayan a estar expuestas.

Debes incorporarla en tu rutina mañanera diaria y extenderla como último punto, en el caso de la cara justo antes de maquillarte, sin olvidar que debe aplicarse al menos media hora antes de salir a la calle. Tampoco pierdas de vista que a las dos horas pierde eficacia, por lo que tendrás que volver a aplicarla.

Cumpliendo tanto este como el resto de puntos, ya sabes cómo tener una piel limpia y sana en poquitos pasos y de manera eficaz. Ahora solo te queda disfrutar de los resultados.